A veces se piensa que el entusiasmo es un simple estado de excitación, de contentamiento excesivo, generalmente ante una anticipación, pero lo cierto es que es mucho más que eso.
La palabra entusiasmo proviene del latín enthusiasmus, y este del griego ἐνθουσιασμός enthousiasmós.
Formada por la proposición en + theos, significa algo así como llevar Dios dentro de si.
Los griegos creían que era esto lo que les ocurría a los artistas, escritores, poetas, pintores, músicos, que oficiando de herramientas divinas, manifestaban a Dios en todo su esplendor, creando así sus obras.
Siendo así, eran considerados seres divinos, inspirando respeto y admiración.
Creo que todos somos un poco artistas, cocreadores en esta gran obra en la que existimos, la vida y creo absolutamente que todos somos seres divinos, portadores de luz infinita.
Me gusta pensar el entusiasmo como resultado de la sintonía con nosotros mismos y nuestros deseos más verdaderos.
A veces se relaciona el entusiasmo a la expectativa.
Creo que es bueno vivir el entusiasmo en tiempo presente.
Una suerte de luz resplandeciente, que se retroalimenta y se potencia en la medida que vamos imaginando, creando, realizando, viviendo conforme a nuestros deseos.
En tiempos sombríos, puede ser que lo perdamos un poco de vista, pero él esta ahí, esperando a ser despertado, instigado.
Si nos ponemos a recordar las veces que sentimos entusiasmo, podemos ver que muchas veces no hace falta grandes cosas, a veces es disparado por cosas bastante simples.
Puede ser imaginar un proyecto nuevo, hablar con alguien que te agrada y no lo haces tiempo, leer aquel libro que hace tiempo que quieres leer, escuchar el nuevo álbum de tu artista favorito o caminar bajo el sol.
Creo que siempre es importante recordar qué cosas nos generan entusiasmo, pues éste es un maravilloso combustible, indispensable para la vida.
¿Y a ti? ¿Que cosas te generan entusiasmo?
Hazte una lista! Cuéntame!
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